
EL MÉTODO INDUCTIVO
Esta metodología se
asocia originariamente a los trabajos de Francis Bacon a comienzos del siglo
XVII. En términos muy generales, consiste en establecer enunciados universales
ciertos a partir de la experiencia, esto es, ascender lógicamente a través del
conocimiento científico, desde la observación de los fenómenos o hechos de la
realidad a la ley universal que los contiene. Resumiendo las palabras de Mill
(1973, las investigaciones científicas comenzarían con la observación de los
hechos, de forma libre y carente de prejuicios. Con posterioridad -y mediante
inferencia- se formulan leyes universales sobre los hechos y por inducción se
obtendrían afirmaciones aún más generales que reciben el nombre de teorías.
Según este método, se
admite que cada conjunto de hechos de la misma naturaleza está regido por una
Ley Universal. El objetivo científico es enunciar esa Ley Universal partiendo
de la observación de los hechos.
Atendiendo a su
contenido, los que postulan este método de investigación distinguen varios
tipos de enunciados:
• Particulares, si se
refieren a un hecho concreto.
• Universales, los
derivados del proceso de investigación y probados empíricamente.
• Observacionales, se
refieren a un hecho evidente.
Haciendo hincapié en el
carácter empirista de esta metodología, la secuencia seguida en este proceso de
investigación puede resumirse en los siguientes puntos (Wolfe, 1924, pág. 450):
1. Debe llevarse a cabo
una etapa de observación y registro de los hechos.
2. A continuación se
procederá al análisis de lo observado, estableciéndose como consecuencia
definiciones claras de cada uno de los conceptos analizados.
3. Con posterioridad, se
realizará la clasificación de los elementos anteriores.
4. La última etapa de
este método está dedicada a la formulación de proposiciones científicas o
enunciados universales, inferidos del proceso de investigación que se ha
llevado a cabo.
Según estos empiristas
clásicos, se han de considerar teorías científicas las formadas por conjuntos
de enunciados probados empíricamente y que, o bien describen hechos firmes, o
bien son generalizaciones inductivas de aquellos. La teoría no es aceptada
hasta que no haya sido probada. De este modo, vemos en estos empiristas un
rechazo frontal hacia toda especulación teórica sobre campos del conocimiento
en los que no se pueda realizar una contrastación empírica.
Este enfoque inductivo
de ciencia empezó a derrumbarse gradualmente en la segunda mitad del siglo XIX
bajo la influencia de los escritos de Match, Poincare y Duhem, a principios de
nuestro siglo empezó a tomar una visión prácticamente opuesta en los trabajos
del Círculo de Viena. Algunos autores contemporáneos han criticado duramente
esta metodología (Hempel, 1966, pp. 11-12; Medawar, 1969, pág.40) argumentando
una serie de cuestiones que ponen en duda su eficacia, como la imposibilidad de
recopilar todos los hechos relacionados con el fenómeno en el que estamos
interesados o el hecho de que la experimentación sea sólo utilizada como un
simple procedimiento para generar información.
Por otro lado, el
denominado “problema de la inducción” es un tema que presenta determinadas
implicaciones incluso para aquellos que no suscriben la metodología
inductivista. La cuestión se plantea ante la duda de si la evidencia inductiva
puede ser utilizada para predecir futuros acontecimiento, en consecuencia, el
problema de la inducción surge a partir de nuestra incapacidad para
proporcionar elementos racionales que puedan ser utilizadas para explicar algo
más allá de la evidencia disponible
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