EL MÉTODO DEDUCTIVO

Antes de iniciar unas
breves pinceladas obre este método, es interesante resaltar una distinción
importante entre deductivismo y deducción, lo mismo que podría establecerse
entre inductivismo e inducción. La deducción, tanto si es axiomática como
matemática, puede emplearse de manera que facilite el análisis estadístico y el
contraste. Sin embargo, el deductivismo implica que la estadística y el
conocimiento empírico es tan transitorio que no vale la pena y que un primer
análisis deductivo puede proporcionar una mejor comprensión de un determinado
fenómeno (Pheby, 1988, pág. 14).
Las primeras
consideraciones del método deductivo podrían remontarse a los trabajos de
Descartes a comienzos del siglo XVII, en su afán de encontrar un método que
proporcionara un mejor conocimiento de las diferentes esferas de actividad. Por
consiguiente, los objetivos de Bacon y Descartes eran similares, sin embargo,
la forma de conseguirlos era diametralmente opuesta. Descartes utilizaba la
deducción y las matemáticas como punto referencial, mientras que Bacon le
prestaba muy poca atención a estos instrumentos.
Centrándonos en el
deductivismo, se trata de un procedimiento que consiste en desarrollar una
teoría empezando por formular sus puntos de partida o hipótesis básicas y
deduciendo luego sus consecuencias con la ayuda de las subyacentes teorías
formales. Sus partidarios señalan que toda explicación verdaderamente
científica tendrá la misma estructura lógica, estará basada en una ley
universal, junto a ésta, aparecen una serie de condicionantes iniciales o
premisas, de las cuales se deducen las afirmaciones sobre el fenómeno que se
quiere explicar.
El argumento deductivo
se contrapone al método inductivo, en el sentido de que se sigue un
procedimiento de razonamiento inverso. En el método deductivo, se suele decir
que se pasa de lo general a lo particular, de forma que partiendo de unos
enunciados de carácter universal y utilizando instrumentos científicos, se
infieren enunciados particulares, pudiendo ser axiomático-deductivo, cuando las
premisas de partida están constituidas por axiomas, es decir, proposiciones no
demostrables, o hipotéticos-deductivo, si las premisas de partida son hipótesis
contrastables.
Las leyes universales
vendrán dadas por proposiciones del tipo “en todos los casos en los que se da
el fenómeno A, se da también el fenómeno B. Estas leyes tendrán un carácter
determinista cuando se refieran a fenómenos >”B” individuales y carácter
estocástico cuando hagan mención a clases de fenómenos “B” que se den con una
cierta probabilidad.
La actuación seguida por
el investigador sería la siguiente:
1. Planteamiento del
conjunto axiomático de partida. El criterio que debe seguirse en esta etapa
debe ser el de la sencillez. Los supuestos deben incorporar sólo las
características más importantes de los fenómenos, debiendo ser eliminadas las
irrelevantes. Debe existir coherencia entre los postulados, sin que haya
contradicción entre unos y otros.
2. Proceso de deducción
lógica, partiendo siempre de los postulados iniciales, es decir, de la etapa
anterior.
3. Enunciado de leyes de
carácter general, a los que se llegará partiendo del conjunto axiomático y a
través del proceso de deducción.
Del procedimiento lógico
se infiere que las explicaciones y predicciones siguen las mismas reglas de
deducción, la única diferencia está en que la explicación se produce una vez
que ha ocurrido el suceso, mientras que la predicción tienen un carácter
apriorístico.
Para citar una causa
determinada como explicación de un fenómeno concreto, hemos de someterlo a una
ley universal. En el caso de la predicción, partimos de una ley universal y de
un conjunto de premisas deduciendo de ellos proposiciones acerca del fenómeno
desconocido.
La idea de la existencia
de un paralelismo entre la naturaleza de las explicaciones y de las predicciones
ha sido denominada “tesis de la simetría”. Este concepto ha suscitado numerosas
críticas. Se argumenta que la predicción no tiene por qué implicar explicación,
e incluso que la explicación no tiene por qué implicar predicción alguna. Esta
conclusión nos parece razonable, en cuanto que para predecir el valor futuro de
una variable basándonos en sus valores históricos no es necesario explicar la
naturaleza de la misma, basta con aplicar los métodos estadísticos apropiados.
Igualmente, para explicar la naturaleza de la variable no es necesario
extrapolar valores futuros. A estos efectos comenta Blaug (1985, pág. 22):
“Mientras para la predicción es suficiente con que exista correlación entre dos
variables, par la explicación es necesario saber acerca de la naturaleza de las
variables y de algo que determine cuál es la variable causa y cuál la variable
efecto”.
Por
último, finalizaremos la descripción del método deductivo afirmando que, dada
la dificultad para contrastar empíricamente las hipótesis básicas, se da cada
vez un mayor grado de abstracción de las teorías construidas a partir de este
procedimiento, lo que conlleva la construcción de modelos como representación
simplificada de la realidad, con el consiguiente riesgo de separación entre
modelo y realidad. Sin embargo, es preciso señalar, como apunta Pheby (1988,
pág. 14), que existe una clara separación entre deductivismo y los
procedimientos de deducción que habitualmente se emplean en economía. La
deducción, sea axiomática o matemática, puede ser empleada para facilitar los
análisis estadísticos y test de hipótesis, en cambio el deductivismo postula
que el conocimiento estadístico y empírico es transitorio, un primer análisis
deductivo puede proporcionar mejor comprensión de los fenómenos.
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